El rebrote de la pandemia de Covid – 19 en las principales ciudades del país ha demostrado dos realidades: por un lado, los Gobiernos Estatales, responsabilizados por el Gobierno federal, han implementado diversas disposiciones, protocolos y medidas sanitarias y económicas, con afán de contener los contagios, evitar la saturación hospitalaria y procurar una reactivación económica. A su vez, la sociedad parece acatar a medias estas decisiones y sale a la calle, en la mayoría de los casos, a trabajar en busca de los ingresos que se requieren para vivir.
Lejos están las calles de verse vacías; la movilidad ha aumentado sustancialmente y llama la atención observar filas de personas en las tiendas departamentales e incluso en empresas medianas y pequeñas, esperando para realizar compras.
El viernes pasado, 29 de enero, fue común ver en los cajeros automáticos largas filas de personas esperando cobrar su quincena y llevar los ingresos fruto de su trabajo, mucho o poco, pero justamente devengado. Enfrentando, sin más, el enorme riesgo que hoy en día representa la aglomeración de gente.
Sin embargo, existen empresas e instituciones que lamentablemente no pueden abrir, como por ejemplo las escuelas, los giros del entretenimiento y gimnasios que han llevado a la quiebra a miles de negocios relacionados directa o indirectamente con estas ramas de la economía. Otras industrias severamente lastimadas son la turística y la inmobiliaria, catastróficos son los resultados en estas actividades.
Duele, cuando menos molesta, que esta pandemia haya privado mínimo un año la libertad de los mexicanos y mexicanas, sobre todo de los más jóvenes, que se ven obligados, en el mejor de los casos y de acuerdo a sus posibilidades económicas y de atención de sus padres, a tomar clases en línea, privándose del enorme beneficio que conlleva relacionarse con otras personas, el interactuar, el jugar, el tener romances, en fin.
Hoy leo con sorpresa algunos comentarios en las redes sociales –auténticos o no- de algunos jóvenes, los cuales afirman que el saludarse de beso o abrazarse, es enormemente invasivo y que una de las ventajas de la pandemia, es que esos “malos” hábitos se erradiquen para siempre. Puntos de vista, respetables, sin embargo, no estoy de acuerdo, el ser humano ha necesitado de la demostración de afecto físico y emocional, está en la naturaleza social del hombre.
Las generaciones entre los 40 y 50 años hemos vivido, cuando menos en México, siempre en crisis, sobre todo económicas durante diversos momentos de la historia, pero también políticas como en 1994 que cambio el país a base de asesinatos, supuestas revoluciones y devaluaciones. También, vimos el derrumbe del comunismo y el surgimiento nuevamente del mismo, hoy instalado en la Presidencia de la República de México, en la persona de Andrés Manuel López Obrador, ferviente seguidor y ejecutor de los preceptos del Foro de Sao Paulo, movimiento creado por la izquierda mundial para replantearse el nuevo socialismo una vez que cayó la Unión Soviética en 1999.
La naturaleza también nos ha puesto a prueba y hemos sobrevivido a inundaciones en los estados del sureste, a sequias en los del norte, a sismos y erupciones volcánicas en el centro del país y padecemos una terrible inseguridad provocada por el crimen organizado y la complicidad de autoridades y empresarios, que se prestan en el desarrollo de estas actividades.
Sin embargo, todos estos elementos, fenómenos o problemas, no habían cambiado nuestras costumbres y hábitos de convivencia, trabajo y educación. Hoy nuestra nueva realidad nos ha obligado a hacer muchas cosas desde el hogar, ciertamente se han optimizado los recursos, pero hemos caído en menor calidad de vida al estar viviendo con un profundo presentimiento de posible contagio. Vaya situación el vivir así
La pandemia y sus consecuencias, nos han puesto a prueba física, intelectual, emocional y espiritualmente y debemos enfrentarlas con responsabilidad, con solidaridad, con educación y acatando las medidas sanitarias. Es nuestra nueva realidad, cuando menos un par de años. Por su parte, los gobiernos locales y el Federal deberán acelerar la vacunación e invertir más recursos para paliar la crisis económica que nos azota. Hoy más que nunca es por el bien de todos. No mas, no menos.