Por Horacio Cano Vargas.

Durante muchos años he pensando sobre la necesidad que tenemos en nuestro país de hacer ciudadanía, incluso desde la sociedad civil o desde la docencia he intentado incentivar esto. Por ejemplo cuando imparto clases de derecho, una de las tareas para mis alumnos es realizar un escrito a una autoridad sobre un asunto que fuera de su interés, ejerciendo el derecho de petición, mismo que está previsto en la Constitución; el objetivo era enseñarles el mecanismo para ejercer sus derechos. Creo firmemente que en el hacer ciudadanía está la clave para remediar muchos de los males que nos aquejan a diario. Por ejemplo con una ciudadanía mejor informada, se pudo haber evitado que varios gobiernos municipales del estado firmaran contratos leoninos y costosísimos por luminarias con la misma empresa.

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Pero ¿A qué me refiero con hacer ciudadanía? ¿De quién es responsabilidad de hacer ciudadanía? ¿El gobierno debe de preocuparse de hacer ciudadanía? ¿A las autoridades les conviene? ¿Cómo fomentar que exista la participación ciudadana? Son preguntas que me llegan a la cabeza cuando veo alguna mala acción de gobierno y la ciudadanía no está organizada para poder combatirla. Son preguntas que me hago cuando se confunde actos anárquicos de resistencia con hacer verdadera ciudadanía. En las siguientes entregas intentaré contestar estas preguntas, intentando aportar a la causa ciudadana.

Hacer ciudadanía no es enfrentarse al elemento de tránsito; gritarle durante un acto público a una autoridad; o lanzar mensajes en redes sociales insultando a la autoridad. Mencionaré tres características esenciales que a mi juicio se deben de reunir para “hacer ciudadanía”; en primer lugar, se requiere el interés de la persona en la polis, en la cosa de todos, en los asuntos públicos pues; sin el interés de la persona en los asuntos públicos no se puede construir ciudadanía. En segundo lugar, se necesita que la persona esté informada de la agenda pública, es decir, conocer que temas de interés, los puntos que se requieren para construir el bien común. En tercer lugar es importante que la persona conozca los mecanismos formales con los que cualquier ciudadano puede defender sus derechos; esto implica también la posibilidad de hacer propuestas para mejorar estos mecanismos.

Suena simple pero cada punto tiene su reto, no es fácil hacer ciudadanía pero nos conviene tanto a sociedad como al gobierno, por eso en casa, en las aulas, en las empresas, en los organismos intermedios de la sociedad civil, las oficinas públicas y demás trincheras, urge construir ciudadanía.