La semana pasada, se celebró el 159 aniversario de la Batalla de Puebla.
Un 5 de mayo de 1862, las tropas imperiales de Napoleón III fueron derrotadas por el Ejército de Oriente, al mando del general texano Ignacio Zaragoza Seguin.
Casi cuatro años después de esa batalla, el ejército liberal de Benito Juárez García, logró tomar el control del país y Maximiliano de Habsburgo fue fusilado en el Cerro de las Campanas en Querétaro, el 19 de junio de 1867.
El presidente Juárez gobierna hasta el 18 de julio de 1872, cuando fallece. Había ejercido ya dos periodos de la presidencia y preparaba el tercero.
Luego ejerció la presidencia Sebastián Lerdo de Tejada y a partir del Plan de Tuxtepec, Porfirio Díaz Mori, el otro oaxaqueño que se perpetuó en el poder por más de 30 años, gobierna hasta 1911.
Las celebraciones de la Batalla del 5 de Mayo, en esas décadas de finales del siglo XIX, no tuvieron mayor relevancia, a pesar de que el propio Díaz Mori había participado en la Batalla de Puebla.
A don Porfirio, lo que le interesaba era perpetuar y exaltar la memoria de su paisano Benito Juárez, con tal de continuar en Palacio Nacional. Tan fue así, que él mando hacer la columna para conmemorar a Juárez. Él fue el principal promotor de la imagen de Juárez.
En 1912, era presidente Francisco I. Madero, gobernador del estado de Puebla, el Lic. Nicolás Meléndez, secretario general de gobierno, el Lic. Lino Espinosa Bravo y presidente municipal de Puebla, José A. Veramendi.
La celebración del cincuentenario de esa Batalla fue ignorada, ya que la sociedad poblana tenía acentuados rasgos francófilos. Los poblanos imprimían mayor importancia a las fiestas francesas celebradas el 14 de julio.
Además, la situación política en la entidad y en el país no era la más óptima para festejar.
Desde febrero hasta mayo de 1912, se presentaron conflictos no sólo en nuestro estado, sino a lo largo de todo el país. Carlos Ledesma y Armando
Ramírez, encabezan una rebelión en Teziutlán, la cual sería derrotada por las fuerzas federales, al mando del General Victoriano Huerta; la industria textil y los molinos de Puebla se declaran en huelga; es aprehendido el ex presidente municipal porfirista Francisco de Velasco, acusado de fraude y especulación en la construcción de obras públicas; y Emiliano Zapata nombra a Petlalcingo como la segunda capital del estado y designa como gobernador a Jesús Morales “El tuerto”.
Para marzo y abril de 1912, el levantamiento de Pascual Ortíz Rubio en el norte del país, trae consigo una gran desestabilización en el país y es noticia de primera plana; los zapatistas ocupan los pueblos de Tepeaca y Amozoc.
En ese año, la entidad contaba con 1 024 495 habitantes y la ciudad de Puebla 96 121 habitantes. En Puebla y a todo el estado, como a Veracruz, le aquejaba la peste negra y la tuberculosis, que eran los mayores azotes de la población. En esos años, los zopilotes, eran una imagen cotidiana para los habitantes de varias ciudades y poblaciones afectadas por esas enfermedades.
En fin, el cincuentenario, de facto, no se celebró por la inestable situación política prevaleciente y porque el triunfo en esa batalla no era del agrado de la mayoría de los poblanos de la capital.
Pero, ¿Por qué el escaso entusiasmo de la sociedad poblana para festejar el cincuentenario?
Las razones fueron varias, pero, sobre todo, el peso de la losa histórica de lo ocurrido durante el inicio del “Segundo Imperio”.
En 1862, muchos poblanos mantuvieron un sepulcral silencio después de la Batalla, lo que llevó al General Zaragoza a confirmar, que en verdad los ciudadanos se habían dispuesto a tapizar de flores el paso de los invasores. El obispo de Puebla, Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, ordenó que se negaran los servicios religiosos a los liberales.
Al anunciarse el triunfo de las tropas mexicanas el 5 de mayo, los poblanos cayeron en desánimo, pues su fiesta de bienvenida a los invasores se malogró.
El General Zaragoza, molesto por la falta de patriotismo de los poblanos, escribió a Benito Juárez: “Qué bueno sería quemar a Puebla. Está de luto por los acontecimientos del cinco. Esto es triste decirlo, pero es una realidad lamentable.”
Un año después, el 17 de mayo de 1863, el ejército mexicano sufrió desastrosa derrota, a pesar de que el grueso de sus tropas se localizaba en Puebla.
El presidente Juárez, escribió a los soldados:
“Para repeler a los orgullosos soldados de la Francia, os basta el ejemplo de nuestras propias hazañas en el cinco de mayo.”
Un 4 de mayo de 1913, en el cincuenta y un aniversario de la Batalla de Puebla, la entidad tenía nuevo gobernador, Juan B. Carrasco, reasumía la gubernatura del estado, para el día siguiente, festejar la Batalla de Puebla, inaugurando, el aún inconcluso, mercado de “La Victoria”. El nuevo mercado competiría con: “El Parían”, “El Parral”, “La Placita del Montón”, entre otros.
En 1917, se inicia el periodo constitucionalista y en toda la década de los 20´s, comienza la consolidación de la Revolución. Por eso, las celebraciones de la Batalla del 5 de Mayo, se empiezan a consolidar en grande a partir de 1930.
Para los festejos del 5 de Mayo de 1931, el doctor Fidel Guillén, presidente municipal de Puebla, publicó un bando, en el que se leía:
“A sus habitantes hace saber: Que el Congreso del Estado, por ésta única vez, con motivo del Aniversario de la Batalla de Puebla, autoriza al Ayuntamiento para condonar a los causantes menores, el 50% de los adeudos, correspondientes al año de 1930.”
En 1936, para la celebración del 5 de Mayo, el presidente Lázaro Cárdenas del Río, visitó Puebla e inauguró con el gobernador, General José Mijares Palencia, el “Museo de Guerra”, ubicado en la zona histórica de los Fuertes.
Las celebraciones de 1945, fueron muy austeras y sombrías, ya que tres meses antes, el 17 de febrero de 1945, el General Maximino Ávila Camacho
había fallecido. El gobernador Carlos I. Betancourt, inaugura el “Monumento a la Bandera”.
El 5 de Mayo de 1952, el gobernador, General Rafael Ávila Camacho y el presidente municipal, Nicolás Vázquez Arreola, inauguran el estadio “Ignacio Zaragoza”.
En 1960, el Secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, con motivo de la celebración del 5 de Mayo, visita Puebla. Acude a los terrenos de “El Rancho Maravillas”, terrenos otorgados por el gobierno del estado a la Universidad de Puebla, para construir Ciudad Universitaria.
En el centenario de la Batalla del 5 de Mayo, en 1962, el presidente Adolfo López Mateos y el gobernador Fausto M. Ortega Olaza, presidieron el primer desfile militar, el cual contó con la participación de miles de efectivos.
Para conmemorar el Centenario, se inaugura la autopista México – Puebla, de hermoso trazo y espectacular belleza, de 120 kms. de longitud y con cuatro carriles. También se inauguró el Centro Cívico “Centenario 5 de Mayo”, “El Auditorio de la Reforma” y se remodeló “El Museo de Guerra”.
En lo alto del Cerro de Loreto, en una explanada que mira hacia La Malinche, se erigió el Monumento de la Victoria o Monumento al General Ignacio Zaragoza. Por primera vez, se llevó a cabo la Feria – Exposición Nacional.
Ese mismo año, se realizó la Feria Agrícola y Ganadera en Jardines de San Manuel.
Un dato a tomar en cuenta y que no se debe olvidar, es que, durante la gestión del General Antonio Nava Castillo, se generó el comercio ambulante, el cual comenzó a establecerse de forma semi-fija en torno a los mercados de la ciudad. El número llegó a poco más de 418 personas en 1962, ubicándose como un grave problema a partir de 1968, en el que se detectaron más de mil ambulantes.
Los hechos transcurridos, no solo son memoria, sino lecciones para el presente y el futuro.
Los personajes que participaron nos dan un buen ejemplo, otros han sido desgracia inmediata.
Egresado de la U.A.P. Titulación con Mención Honorifica. Dos veces Diputado Local. Dos veces Diputado Federal. Sub-secretario de Gobernación. Sub-secretario de Educación Pública, Delegado Federal de la S.E.P. en Puebla, catedrático en diversas Instituciones Educativas de Educación Superior. Autor de 11 libros. Colaborador en diversos medios impresos.