“Lo que es verdad a la luz de la lámpara,

no siempre es verdad a la luz del sol.”

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Joseph Antoine René Joubert

Filósofo francés

El pasado 15 de abril, se cumplieron ochenta y cuatro años, de la creación de la Universidad de Puebla, Autónoma en 1956 y Benemérita a partir de 1987.

En 1937, en la entidad existían varias instituciones de educación media, pero sólo tres de educación superior: la Universidad de Puebla, el Instituto Normal del Estado y el Pontificio Seminario Conciliar Palafoxiano.

Por cierto, la primera y la segunda, funcionaban en edificios ocupados anteriormente por colegios fundados por los Jesuitas: El Colegio Carolino y el hoy antiguo edificio de la Normal del Estado.

El General Maximino Ávila Camacho; iniciaba su cuatrienio como gobernador quien conforme a su oferta política y en virtud de las exigencias y las circunstancias decidió transformar el Colegio del Estado en Universidad de Puebla.

La Universidad estaba conformada por alrededor de seiscientos alumnos, trescientos cuarenta en profesional y doscientos sesenta en preparatoria.

El estado se hacía cargo de suministrar los recursos para el funcionamiento de la institución. Los recursos eran muy pocos, casi nulos.

Las escuelas principales que integraban la Universidad eran: Medicina, Derecho y Ciencias Sociales, Ingeniería, Química y Farmacia, Comercio y Ciencias Administrativas, Odontología, Filosofía y Letras y la Preparatoria.

El tamaño de la población universitaria permitía que los maestros y los alumnos se conocieran por sus nombres y se identificaran.

La calidad de la enseñanza-aprendizaje era no sólo aceptable sino altamente calificada como lo demuestran, por un lado, las figuras y las personalidades que surgieron de esta Alma Mater y por otra la demanda de la población estudiantil por ingresar a esta Universidad.

La alta calidad de la enseñanza-aprendizaje se garantizaba con tres factores: los planes de estudio y el contenido de cada una de las materias, la alta preparación y la asistencia puntual de los profesores, la preparación previa y disposición para aprender de los alumnos y la disciplina de cada uno de estos actores universitarios.

No había inclusión improvisada de materias y menos “libertad” para que cada profesor siguiera su propio programa o que los alumnos también decidieran ir o no a clases.

Los exámenes los efectuaban tres sinodales, no había manera de que los alumnos fueran aprobados por razones extraescolares. Los exámenes profesionales eran presididos por un jurado integrado por cinco sinodales. Eran orales, escritos, prácticos y se llevaban a cabo durante varios días.

Los títulos los firmaban el gobernador y el secretario de gobierno.

La calidad de la educación de la Universidad de Puebla, era tan alta como la de la Universidad Nacional de México o de las mejores universidades de Latinoamérica.

La transformación de Colegio en Universidad tuvo un proceso, en el cual participaron profesores universitarios, estudiantes y especialistas en educación.

El gobernador Maximino Ávila Camacho nombró como primer rector al coronel y abogado Manuel L. Márquez, quien solícito ordenó la difusión de una publicación en la cual se leía:

“La Universidad de Puebla se ajusta a las normas de la pedagogía moderna. Tiene personal docente capacitado. Sus estudios son reconocidos en todos los planteles educativos del país. La enseñanza es mixta, el internado es únicamente para varones. Tiene ambiente higiénico insuperable. El personal y los alumnos colaboran en las disciplinas sociales”.

Entre los requisitos para ser alumno de la Universidad se establecía:

· “Presentar el certificado de estudios, completos, anteriores a las escuelas, bachilleratos o facultades a que quiera ingresar el alumno”.

· “Ser presentado ante la Secretaría de la Universidad, por el padre o tutor, previa solicitud, escrita, para ingreso”.

· “Presentar un certificado de salud, expedido por el médico experto de la Universidad”.

· “Cubrir por adelantado en la tesorería de la Universidad los siguientes pagos anuales: Bachillerato y Carreras Breves: matrícula $3.00, colegiatura $10.00. Facultades: primeros tres años de estudio: matrícula $3.00, colegiatura $15.00, los demás años de estudio: matrícula $3.00, colegiatura $25.00”.

La publicación de 1938, da cuenta de la alta calidad de las instalaciones: salas del Laboratorio de Química, de un Gabinete de Historia Natural, de un Gabinete de Física de las Sección “A” de Psicometría del Instituto Biotipológico, de un Gabinete de Fisiología, Ecuatorial Astro-Fotográfico del Instituto Meteorológico, instalaciones de la Biblioteca Lafragua, la alberca al pie del gimnasio, el Teatro Universitario, un salón del casino, la peluquería, un ómnibus, la botica del pueblo, el bufete popular, los espacios del internado, una sala de curaciones, el salón comedor, la cocina.

El calendario escolar comprendía la repartición de premios, el período de inscripciones, la apertura y la clausura de cursos del 16 de febrero al 31 de octubre, los exámenes ordinarios del 16 al 30 de noviembre, los extraordinarios del 16 al 31 de enero, las vacaciones de primavera: diez días, las de otoño: diez días y las de fin de año del 1 de diciembre al 15 de febrero

Para 1960, de acuerdo al VII Censo General de Población de ese año, elaborado por la Secretaria de Industria y Comercio, el estado de Puebla, ocupaba el cuarto lugar nacional con mayor población, es decir con 1 973 837 habitantes, 300 000 de estos, conformaban el municipio de Puebla, razón por la cual hubo un considerable aumento de población estudiantil.

La Universidad Autónoma de Puebla, tenía una población estudiantil de: 1956, 2500 estudiantes; 1963, 5000 estudiantes; 1967: Más de 10,000 estudiantes.

Por ello, se requería de un mayor espacio para los estudiantes.

A iniciativa del doctor Alberto Guerrero Covarrubias, Rector de la entonces Universidad Autónoma de Puebla (1962-1963), realizó varios estudios de diferentes lugares para construir la “Ciudad Universitaria”.

En el año de 1964, el Consejo Universitario creó una Comisión Especial, integrado por los doctores Manuel Lara y Parra (Rector), José Garibay Avalos, Rodolfo Reyes Burgos y el ingeniero Luis Rivera Terrazas, asesorados por el licenciado Manuel Rivera Concha y el ingeniero Antonio Osorio García.

En noviembre de ese mismo año, la Comisión Especial, informó al Consejo Universitario que el sitio indicado para la construcción de la Ciudad Universitaria, se localizaba en el ejido de San Baltazar Campeche.

El Presidente de la Republica, Lic. Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), exalumno, exprofesor de la facultad de derecho y exvicerector de la entonces Universidad Autónoma de Puebla y el gobernador interino del estado, Ing. Aarón Merino Fernández, (1964-1969), apoyaron el proyecto y se comprometieron a respaldarlo.

En su informe de gobierno del 15 de enero de 1965, el Ing. Aarón Merino Fernández, expresó:

“Como cooperación del Estado a la enseñanza superior, será construida la Ciudad Universitaria, cuyos edificios e instalaciones pasarán a incrementar el patrimonio de la Universidad Autónoma de Puebla”.

El gobernador interino del estado, se enteró que la Fundación Jenkins estaba interesada en construir una Universidad (la de las Américas) y fue entonces que decidió presentar a la Fundación, la propuesta de edificar la Ciudad Universitaria.

Es así como, el Gobierno del Estado, pagó los terrenos y la fundación Jenkins se encargó de financiar la edificación.

El inicio de la obra fue el 4 de junio de 1965, en un acto en el cual estuvieron presentes el gobernador interino del estado, el presidente de la Fundación Jenkins y las autoridades universitarias.

Se legalizó la propiedad de los terrenos, por Decreto que se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el 27 de Julio de 1966, en el que se indicaba que el Gobierno del Estado se encargaría de pagar las indemnizaciones por la superficie afectada y por las pérdidas que tuvieran los ejidatarios en sus cultivos, resultantes de dicha iniciativa.

El 18 de octubre de 1966, en las oficinas del Comisariado Ejidal, se entregó a los representantes del Gobierno del Estado, el acta de propiedad de los terrenos del ejido, explicándose que la extensión del mismo era de 122 hectáreas y señalándose que la indemnización ascendía a tres millones, novecientos cuarenta y ocho mil seiscientos noventa y ocho pesos.

Posteriormente, se convocó a concurso para la construcción de los edificios siguientes: Arquitectura; Ingeniería Civil; Ingeniería Química; Derecho y Ciencia Sociales; Administración de Empresas y Campos Deportivos.

Participaron nueve firmas constructoras, el concurso lo ganó la compañía Estructuras y Cimentaciones S., dirigida por el Ing. Rigoberto Tapia Ortega.

Ciudad Universitaria, quedó concluida el 15 de diciembre de 1968.

Con estos nuevos edificios, que integraron la Ciudad Universitaria, el patrimonio de la Universidad creció sustancialmente, agregándose al gran patrimonio que significaron los edificios que conocimos como el Colegio Carolino, una gran construcción de la época colonial, como lo testimonian sus patios, sus arcos, el Salón Barroco, pero fundamentalmente los distinguidos universitarios que egresaron de ese lugar.

La buena fama de la Universidad se demostraba por la alta preparación y calidad de sus egresados. En ese tiempo, la competencia no era feroz. Hoy, por la calidad de la preparación de los egresados, la competencia es exterminadora.

Estoy convencido de que la enseñanza-aprendizaje eran verdaderamente efectivos.

Egresado de la U.A.P. Titulación con Mención Honorifica. Dos veces Diputado Local. Dos veces Diputado Federal. Sub-secretario de Gobernación. Sub-secretario de Educación Pública, Delegado Federal de la S.E.P. en Puebla, catedrático en diversas Instituciones Educativas de Educación Superior. Autor de 11 libros. Colaborador en diversos medios impresos.